jueves, agosto 11, 2005

Conversaciones Rosamel del Valle

Es difícil abrir el corazón como se abren las ventanas.
Hay siempre un viento extraño viajando entre nosotros.

A veces es el lenguaje con que cada uno
Se cubre para hablar en vez de descubrirse.
En eso hay algo semejante a las redes en animada
Conversación con los peces. A los soles
De otro brillo y sin parecido, se dice, con los que ruedan
Día abajo hacia otros hemisferios.

Ni esta llama extranjera
Podría parecerse a la que yo he abandonado. Sería
Como levantar de pronto estatuas en el desierto.
Rostros de piedra con una luz nueva en los ojos.

Como si las manos viajeras se cruzaran
De lado a lado en la noche. Digamos, un relámpago.
¿Verdad? Un relámpago entre ellas. Un lenguaje

Para expresar lo difícil, lo que el mundo
Quiere decir y no lo dice. Extrano y tal vez horrible.
Como lo que hablamos sin que nos entiendan.
Por ejemplo, en el país devarado de cada uno.

Y yo veo mi faz en la faz de la multitud.
Sé cómo se encadenan las lenguas. Debió ser tan hondo
E1 encuentro de los dos primeros hombres. La mirada
Con que se dieron los ojos en bienvenida. Las redes
Que cada uno echó al mar. Los sonidos de cada
Lámpara en el diálogo. E1 temor de no decir
Lo necesario, de amigo a amigo, de sombra a sombra.`

En ese
Temblor en que nada interviene. Hay que ser el extranjero

Alguna vez en alguna parte para saberlo.

¿Cómo recoger la mano tendida en el aire? Todo
Es siempre un reencuentro. Un ruido nuevo pasa
De pronto entre nuestros universos detenidos.
Es como esa campana que resuena bajo tierra
O lo que sucede cuando nos llaman con otro nombre
En los sueños. Alguien dice: «El sol se complace
En pasar a lo largo de los oidos». O «Mañana
Los pájaros morirán durante el vuelo». .

Todo enigma es simple en la real sed ardiente.
Sólo que nunca entramos en ellos sino a medias.
Giramos en rededor, cubrimos con velos
Lo que lucha por salir para ser encontrado.
Tal vez como en el tiempo de las varillas mágicas.
O del reloj, inservible porque no dice
Lo que de su oráculo esperamos.
Hay tantas semejanzas sambrías
En estos tiempos.

Hay hogueras que nos separan. Los desiertos
Del lenguaje común la sed en los ojos secos.
No vemos crecer los imanes. Todo es tan obscuro.
Hay ideas que recuerdan a las luciérnagas.
Rostros que parecen ríos perdidos. Bocas
Hartas de meteoros. Sin embargo. en toda lengua
Humea la palabra necesaria. La dificultad está en
Lavar los pensamientos, en asir el ruido secreto
Que nos busca. Naturalmente. todo es partir
Partir de uno mismo. Partir. Partir. Así
Quedan las conversaciones a medio empezar.
Así queda uno a medio vivir.
A medio morir.

Es la tempestad sobre nuestras palabras.
Cada vez que abrimos la boca surge
Un planeta de larga cabellera.
Hablamos tal vez para no entendernos. Por
No sufrir. Y el viejo rey sigue haciéndose
Alabar su sentencia. ¿No es verdad que llevamos
Muchas frías leyes en los huesos? No sabemos
De qué se alimenta el lenguaje que nos divide.
No sabemos partir. No sabemos. No sabemos
Dónde canta el pájero que no vamos volar. No
Sabemos en qué lengua da el sol los buenos días.
Tal vez queramos ser como aquellos que tejen
Coronas de palabras para los muertos.
Cuando los fantasmas pasan por espejo amarillos.
A voces es un cortejo y uno se ve allí.
En esa eternidad que habla por todos
Con la boca cerrada.

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